Category: Rosa Pastel
Una Costumbre Aprendida
Cuando se sorprendió a sí misma revisando con minuciosidad la basura de su propia casa en busca de “algo” sospechoso, de cualquier cosa fuera de lo normal que la empleada doméstica hubiese dejado en el porche para que los hombres del servicio de limpia se la llevaran, la ex esposa…
Tláloc en su Octavo Cielo
En su octavo cielo agitaba las aguas, inventándose diluvios, Tlaloc, el del rostro misterioso. De su voz el trueno se volvió, derrotando al caos y nombrándolo Señor de la noche y las tormentas. Tlaloc virtió la vida que lo alimentaría una y otra vez en parsimonía.
Lágrimas Negras
Me caí en tus lágrimas, lágrimas negras (enchapopotadas)… Y creí en ti. Creí que la contradicción de tu esencia entrañaba la magia de tu sangre; la sangre que delata tu abolengo tan oscuro como el mal. Me caí en tus lágrimas negras que alimentan mares de codicia. Me caí en…
Hiroshima Eternamente
I. Nací en Nueva York justo a la hora en que caía la bomba atómica de Hiroshima, me dijiste intentando romper el hielo de una conversación aséptica y escéptica. Yo hubiese pasado por alto ese comentario en otra circunstancia. Sin embargo, te miré por segunda ocasión, esta vez con curiosidad…
La Hora del Licántropo
Mis colmillos comienzan a crecer en la hora marcada; son cuchillos afilados en el reflejo de la luna llena insomne, sin ritos, sin una invocación que medie entre mi víctima propiciatoria y su voraz sueño de inmortalidad… No me agazapo. Puntualmente, el bocado viene a mí. Se corta las venas…
Una Costumbre Aprendida
Cuando se sorprendió a sí misma revisando con minuciosidad la basura de su propia casa en busca de “algo” sospechoso, de cualquier cosa fuera de lo normal que la empleada doméstica hubiese dejado en el porche para que los hombres del servicio de limpia se la llevaran, la ex esposa…
Tláloc en su Octavo Cielo
En su octavo cielo agitaba las aguas, inventándose diluvios, Tlaloc, el del rostro misterioso. De su voz el trueno se volvió, derrotando al caos y nombrándolo Señor de la noche y las tormentas. Tlaloc virtió la vida que lo alimentaría una y otra vez en parsimonía.
Lágrimas Negras
Me caí en tus lágrimas, lágrimas negras (enchapopotadas)… Y creí en ti. Creí que la contradicción de tu esencia entrañaba la magia de tu sangre; la sangre que delata tu abolengo tan oscuro como el mal. Me caí en tus lágrimas negras que alimentan mares de codicia. Me caí en…
Hiroshima Eternamente
I. Nací en Nueva York justo a la hora en que caía la bomba atómica de Hiroshima, me dijiste intentando romper el hielo de una conversación aséptica y escéptica. Yo hubiese pasado por alto ese comentario en otra circunstancia. Sin embargo, te miré por segunda ocasión, esta vez con curiosidad…
La Hora del Licántropo
Mis colmillos comienzan a crecer en la hora marcada; son cuchillos afilados en el reflejo de la luna llena insomne, sin ritos, sin una invocación que medie entre mi víctima propiciatoria y su voraz sueño de inmortalidad… No me agazapo. Puntualmente, el bocado viene a mí. Se corta las venas…